jueves, 11 de agosto de 2011

Demasiado iguales (1)

Mi ficha
Nombre: Alejandra.
Edad: 19 años.
Estudios: segundo año en Biotecnología.
Idiomas: además del castellano, inglés e italiano.
Color favorito: Añil.
Hobbie: hacer puzzles.
Tema de conversación preferente: todo lo que tenga que ver con el tenis.

Ésta es la ficha de él
Nombre: Alejandro.
Edad: 19 años.
Estudios: segundo año en Biotecnología.
Idiomas: además de castellano, inglés e italiano.
Color favorito: Añil.
Hobbie: hacer puzzles.
Tema de conversación preferente: todo lo que tenga que ver con el tenis.

 Esto es un resumen muy resumido de las semejanzas entre Alejandro y yo. Ya hemos gastado todas las frases tipo "Yo también", "Igual que yo",...
 Y es que no es sólo que tengamos los mismos gustos, aficiones, opiniones,... ¡Es que hasta pensamos igual y a la misma vez! ¿Puedes imaginar lo agobiante que resulta tener una conversación en grupo y que al responder a un comentario tu voz tenga eco? ¡Si hasta en la voz se nos puede confundir! Porque él la tiene suave para ser tío y yo grave para ser tía. Y lo que te hace odiar ya del todo a alguien es encontrartelo continuamente en la misma sala de estudio, queriendo sacar el mismo libro que tú de la biblioteca,... Y los exámenes y calificaciones... más de una vez nos hemos encontrado alguno de los dos con un "no presentado", pues los profesores creen encontrarse dos veces con el mismo documento.
 Es algo... agobiante. Extraño y raro. Un desconcierto continuo. Una sombra, tu propio fantasma. El tú de una dimensión paralela en la que los tíos son tías y al contrario.
 La convivencia sí que es extraordinaria. Si yo le caigo bien a mis amigos, irremediablemente él también les cae bien (al fin y al cabo, es yo por duplicado). Por lo tanto es obligatoria. Odiosa. A la vez difícil y fácil, pues no nos soportamos, pero como sabemos siempre qué está pensando el otro, pues podemos anticiparnos a las decisiones de los demás y así hacernos la vida un poquito más sencilla. Como al pedir café.
 Claro, al principio era extraño eso de:
 -Voy a pedir. ¿Qué vais a querer? Tú, Alejandra, un manchado con tres sobres de azúcar, ¿verdad?
O, por el contrario:
 -¡Uf! Vengo del baño. No me encuentro bien. Hoy tomaré mejor un acuario de naranja.
 -Vale. ¿Y dónde está Alejandro?
 -Aún espera la cola. Tráele otro.
 Vale, sí, son tonterías. Pero un cúmulo de tonterías puede hacerle la vida imposible a alguien. Y nuestras vidas eran insoportables desde el momento en que el no nos dejaron ignorarnos por más tiempo.

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