jueves, 25 de agosto de 2011

Demasiado iguales (9)



   Poco a poco la frecuencia ha aumentado: hace diez días no queríamos lo mismo para beber; hace ocho, Alejandro hizo un comentario que yo no había pensado; hace siete, fui yo la que hizo uno ¡con el que él no estaba de acuerdo!; hace cinco, volvimos a tener un fallo de coordinación,...

   Y hoy ha sido el acabose. Hoy, domingo, hemos ido al cine. Hemos visto la última de Harry Potter, y, justo al salir, dimos un profundo pero corto suspiro (de esos que parece que estás soltando el aire tras contener la respiración) como preámbulo a nuestro comentario simultáneo. Pero resultó no ser el mismo, pues mientras el exclamó "¡Qué pasada!", yo dije "Vaya mierda". Nos quedamos paralizados y miramos al otro de reojo. "¿Qué has dicho?". A partir de ahí seguimos hablando los dos a la vez, pero el problema es que no decíamos lo mismo. Ninguno de los dos estaba escuchando al otro; cuando nos dimos cuenta, nos dirigimos a la heladería (yo me pedí uno cucurucho de trufa con trozos de chocolate blanco, y él de chocolate blanco con trozos de galleta) y mientras uno lamía su helado, el otro exponía un argumento. Ante todo, civilizados, como siempre... Pero no era igual que siempre: estábamos intentado convencer al otro. Teníamos posturas totalmente opuestas y opiniones completamente diferentes sobre la misma escena. Como si no hubiéramos visto la misma película. ... El civismo se acabó cuando el helado y empezamos a discutir de verdad (fíjate de qué chorrada).

     Muy mosqueados, nos hemos ido cada uno a nuestra casa. Bueno, yo he venido a mi casa, no sé qué es lo que habrá hecho él. Qué extraño me resulta. No sé realmente qué me ha decidido a escribir todo ésto. Quizá quiera dejar algún resumen de lo que ha sido mi vida durante estos dos años, porque, sea como sea, esto significa el final de una temporada.


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